lunes, 2 de febrero de 2009

Saloma bravía


[Habla el marinero]

"Yo que anduve sobre las aguas, menudo elemento,
me dispongo a traerme los vientos de mañana,
al hogar de siempre: mi infancia de Navarra.
Que nada tuve y con nada me viajo a la Nada.
Nadie diga que se hundió mi quilla, ni en broma,
ni en rémora me lo digan, ni aun de veras,
que soy y fui Gabino y no se me caen las anclas.

*****

Soy un aristócrata del mar, pero del mar travieso,
mi nobleza está grabada sobre el trinquete,
y la mesana es fiel testigo de mi alma (mal) gastada.
Sólo las huellas en la amurada sobrecogida
invocan mi nombre cuando la galerna amenaza.

*****

Estoy a punto de irme, a punto y dispuesto,
no sin antes entregar la nostalgia y el miedo.
No sin antes bramar con sangre y sin despecho,
a las noches aciagas que me nacieron entero.

*****

Sólo me envanecen los amigos que tuve y tengo:
La pasajera tripulación de mi coraza de proa.
con la popa no me entiendo y su estela me lacera,
la mirada agaviotada y a la deriva blanca.

*****

Tengo tantas dársenas y pantalanes y radas
en las roídas rodillas, que me tamborilean
los recuerdos y se me abren de nuevo las llagas:
(El terral levantaba las faldas de las mujeres que no amé
Amé tantas mujeres que no me amaron siempre.
Amé tanto y para nada o fue todo y me equivoqué.).

*****

El malecón hacía aguas a mi paso, malecón de piedra.
Los muertos danzaban con el vaivén de mi ausencia.
Yo siempre volvía, siempre que me devolvieran,
siempre que me llamaran, siempre y a toda vela.

*****

¿Habéis mirado alguna vez las turbias aguas, densas,
vertiginosas del vertizonte inquieto, inquietante?
hay que aferrarse a la invertida nostalgia,
verterse como una lágrima tiránica y antigua,
derramarse sin tregua como la sangre primera,
chasquear la lengua, pedir custodia a los ojos,
hincar los huecos y rehendijas del ánimo,
gritar adiós y volverse sobre sí mismo
y hasta siempre.

*****

Lo supo la mar que tanto sabe, tiene y guarda.
La mar que despedí desde mi butaca.
La mar, ¡qué mar!, a mar huelen mis huesos,
polvareda viajera que se arrastra."


[Lástima que todo este poema que fue escrito con admiración, se haya hundido en las pelágicas aguas del desprecio. Era mejor en el océano que en tierra; este hombre firme y seguro de sí, torció su noble gesto cuando llegó a puerto y se quedó allí y allí trabó amistad con otro hombre de lealtad inquebrantable, de abrazo y palabras sinceros, que no aparece en los versos, pero que, en cierta forma, navega sobre ellos, con más rumbo y gobierno que cualquier maniobra del aquí retratado. Lástima y adiós, viejo, que te vaya bonito (del norte, faltaría más).]

A 'Tres Jotas', el durmiente alado, que se sueña


Me llamo John: soy un niño y me sueño.
Todas las noches me sueño, John niño.
Tengo alas de blancas olas y solas en vaivén.
Mi vuelo es luciérnaga que avisa al vigilante,
avisa que paso, de paso saludo, de paso.

*****

Nada me estorba ni me enturbia;
la anciana negra me acoge y me regresa,
todavía niño y entero, casi ya hombre:
me entretengo con mis verbos caminos,
me recorro inquieto y me devuelvo dormido.

*****

Y... aunque sé volar, me aterran las nubes,
y... aunque sé quedarme, me despego y me lanzo
... ay, y me despierto... tan con ganas,
tan con tanto, tan contento. Grito y me rebelo.
Mi nombre es John, soy un niño, y me sueño,
siempre me sueño niño, niño John, niño.

[Éste que llamo John, mi ahijado Tres Jotas (Three Js), hijo de mi mejor amigo y aliado en la vida (también en la literatura), logró que recuperara mi fe en la VIDA. Su sonrisa contagiosa, sus ganas de ser y estar en el mundo, sus peculiares sueños dieron alas a estos sencillos y honestos versos. Va por ti, John, amigo mío.]