A nadie le gusta sufrir, ni siquiera a los masoquistas que mienten como bellacos (una azotaina en las nalgas, no es, precisamente, al sufrimiento del que hablo), pero son muy pocos los que disfrutan del placer de vivir, y, estos pocos suelen haber sufrido tanto que pasan desapercibidos entre la barahúnda de gritos y lamentos. Suelen ser callados y austeros, pasean sin ritmo tarareando una melodía o sonriendo a las esquina (he dicho bien, "a las esquinas", no "en las esquinas", que sería otra cosa). Son despistados o torpes, porque tropiezan sin querer con los escalones que sube ni bajan (Escher dixit) o con farolas que no alumbran, aman a los demás porque sí y porque de no hacerlo sería traicionar la razón (principio, axión...) por la que se levantan... mueren en el olvido sin ser nada y el resto no aprende de ellos pues si se fijan ni len ven ni les perciben. Ya digo, son escasos, y no hacen ruido, además no se juntan ni hacen pueblo, ni soberanos ni tiranos, ni filósofos reyes, ni participan ni se esconden, ni aconsejan ni reprochan... son pasajeros sin tiempo que no embarcaron ni se despidieron. No sé quiénes son y si alguna vez fueron. Sólo sé que no soy uno de ellos. A Dios gracias, porque no hay dios que los aguante. Panda de cretinos y canallas... van por la vida como quien se baña en la arena habiendo agua, pasean al gato y dan de comer al saciado, regalan espejos al moribundo, senderos minados al bartolomeo y muletas al lázaro, algunos escriben versos, otros los recitan (van de versos, vaya), todos hablan lenguas de tan sencillas que la Torre de Babel se vuelve Pisa, pues se inclina ante sus verbos y se olvida de Dios y de cumbres, suben a los árboles para contemplar el riesgo y el esfuerzo ajeno, luego bajan casi sin resuello, habiendo visto el bosque entero, no caminan sobre las aguas porque no lo intentan ni lo pretenden, se quedan en la orilla mirando un grano de concha o saludando a la espuma de la ola que regresa... Son como nosotros, pero sin preguntas, de hecho, creo están muertos. Es decir, fueron como nosotros, dejaron de serlo, y, por eso, sonríen y se muestran satisfechos.
Os pregunto de nuevo: si fuéramos felices, ¿qué haríamos luego?
Os pregunto de nuevo: si fuéramos felices, ¿qué haríamos luego?