Un día corriente, si no fuera porque es Navidad. ¡Vaya por Dios! Procuro organizarme según la tradición, manteniendo siempre firme el compromiso con la familia (esa hueste insoportable e inevitable que acaba invadiendo tu hogar y lo hace suyo), una sonrisa acaudalada para cada broma estúpida, un encogimiento de hombros para cada una de las sugerencias/consejos/advertencias de alguno de tus cuñados listos; oh, y que no se me olvide, una gran carcajada para el suegro que hace repaso de sus éxitos mientras se atraganta con mi maldito carabinero y mi vino (y digo "mi", porque el posesivo me hace sentir dueño y señor de un espacio, un entorno, un ambiente... construido durante todo un año por mí y mi mujer). ¡Viva la puta fiesta de diciembre! Caramba con el Cristo de los mirras y no te reflejas. No podía haber nacido en verano, coño. Todo sea para que al despedir a los parásitos, no quepa duda de que volverán al año siguiente, para seguir chupándote la 'mala' sangre que aún te queda. ¡Joder! Siempre me digo, en silencio y frente a una reproducción de "Las tres Gracias" de Rubens que tengo en el cuarto de baño: "El próximo año, me cagüen en tó, invito a tres vagabundos que me hagan de reyes magos y me traigan farlopa, costo y cachaza, se desnuden delante de mi siempre querida suegra, con los gestos más obscenos que imaginar se pueda de tres tíos que miran a poniente, y de regalo, tengan tatuado un belén en los mismísimos cojones y cuelguen de ellos bonitas corbatas para el alcornoque de mi padre político, un libro de plantas medicinales para mi suegra y, qué no falte, la virgen, eso, la virgen de mi sobrina (27 años y del Opus), un buen papel secante para ambos agujeros corporales!
Y, que conste, me encantan estas fiestas de muerte y desasosiego... son lo mejor para acabar el jodido año que he tenido y no he compartido con nadie (salvo los de todos los días), precisamente, porque me dan una idea de lo que va a ser el siguiente. Fe, esperanza y caridad. ¡Tómate ésas con turrón, pedazo de ingenuo! Los sobrinos crecen y aprenden, los hijos tienen ya cita, los suegros crecen (se deterioran) y nunca aprenden (siempre enseñan), los cuñados beben cada vez más y más se amargan y el maravilloso invento del teléfono... y Cristo, joder con Cristo, la que ha montado... de ahí "se montó un cristo, o ¡vaya cristo se ha montado!". Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo. No se detengan por mí, mañana se habrán ido y los gritos y enfados y amenazas permanecerán en casa... como debe ser.